A veces, al cielo lo encuentro apagado, las palabras no me salen muy bien, los sueños se alejan, tanto, que se me dificulta encontrarlos. A veces, al cielo lo encuentro apagado, y a mi, me encuentro a una distancia muy lejana, tanto, que se me dificulta verme, encontrarme. A veces, me encuentro perdida, en una pequeña jaula, creo que me aprisioné yo misma, pero no encuentro la salida, creo que me trague la llave. Me ahogo, necesito encontrarla, o encontrarme.
Creemos que, hay un lugar y un tiempo que nos acontecen, luces de un oscuro atardecer, lleno de líneas y puntos que no logro comprender, una plaza vacía llena de puchos sin vida, los miro fijo, sosteniendo uno en mi mano, preguntándome el por qué de sus ojitos bondadosos, inocentes, obligados a madurar de repente, no quieren llorar quieren ser fuertes, para los que si lloran, pero no siempre se puede sostener el mundo, bebé, ni a la tristeza de los demás. En esta tarde de noche, donde el mundo sigue su constante compas, intento obtener respuestas de este acontecimiento, que no debería acontecer, escribiendo y borrando con la goma que alguna vez te robé, pensando en tu sabiduría, en las cantidades de amor que recibís, que das, que se mueve, que te va a llevar a pasear por nuevos acontecimientos.