He querido enterrar el amor en una vacĂa y desnuda cueva, en un deshabitado y lejano bosque, en lo más alto y hondo de la montaña para que nadie lo busque, para que nadie lo atañe. No pondrĂ© flores en su rostro, sus hermosos labios permanecerán sellados, no le harĂ© un gran altar, para que quede en el olvido y nadie le vaya a orar. No volverĂ©, pues la cueva es frĂa, el bosque es desierto y al pensar en la montaña, de mi se apodera el miedo. Pero en las noches orarĂ© por ti, cuando el viento sople y me envuelvan los recuerdos, llorarĂ© por ti, cuando no haya nadie que pueda mirar, te mirarĂ©, mi amor.